Quiero compartirte algunas herramientas que me han funcionado mucho para decirme la verdad y desde ese espacio saber lo que soy y hacia dónde voy.
La verdad no tiene que ser igual para todos y eso es perfecto, está bien aprender a vivir con los contrastes de la vida.
Tu verdad no tiene que justificarse, ni explicarse, es lo que es y eso lo hace perfecto.
- Cuestiónate todo, lo que haces, lo que dejas de hacer, cómo ves la vida, como te ves a ti misma, lo que dices o dejas de decir, pregúntate a ti misma ¿por qué? ¿Por qué me visto como me visto? ¿por qué no me quiero sentir triste nunca? ¿Por qué me molesta tanto cuando alguien me dice X cosas? ¿De verdad me gustan ciertos alimentos o es porque todo el mundo los come? ¿Qué es lo que me hace sentir?
Desde el cuestionamiento nace una nueva perspectiva de lo que haces y lo que eres.
- Conecta con tu cuerpo, identifica si se siente liviano o pesado en tu cuerpo cuando haces o dices algo. Cuando tienes un juicio de algo o quieres o no hacer algo en específico, tu cuerpo es la herramienta para saber la verdad o la mentira.
Si yo digo que tengo una camisa blanca pero realmente es negra, yo voy a sentir como mi cuerpo se contrae cuando lo digo, se va sentir falso y lo mismo pasa con otras cosas ¿cómo te sientes cuando te criticas mientras te ves al espejo? ¿Se siente expansivo o sientes que te retrae? Si te retrae entonces es UNA GRAN MENTIRA. Eso va apoyarte un montón porque tienes la oportunidad de decir, no se siente expansivo, eso quiere decir, que NO ES MI VERDAD.
- Eso que juzgas muchas veces es algo que deseas, quizás no exacto, pero sí la valentía de que alguien más lo haga o lo haya logrado. Observa lo que juzgas y verás muchas cosas en ti que realmente estás viendo afuera para no reconocer el trabajo que hay que hacer.
Escúchate sin juicio y empieza a hacer cambios para reconocer tu
verdad. Tu verdad puede cambiar radicalmente al pasar los años
y eso se llama evolución.